GÉMINIS, LOS GEMELOSDel 22 de mayo al 21 de junio
Hace falta que corras todo lo que puedas para seguir en el mismo lugar.
Si quieres ir a alguna parte, ¡tendrás que correr con doble rapidez!
Como reconocer a Géminis
No quiero que sigas apareciendo y desapareciendo tan súbitamente.
¡Si le das a una vértigos! Y esa vez desapareció muy lentamente,
empezando por la punta de la cola y terminando por la sonrisa,
que se mantuvo ahí durante un tiempo después que todo lo demás.
Si alguna vez un Géminis te hace pensar, lector, que estás viendo doble, no te pongas otras gafas. Recuerda simplemente que Géminis es el signo de los Gemelos, y que en su personalidad cambiante hay dos lados bien distintos. Ahora lo ves, dentro de un momento no. ¿Era amor lo que te pareció distinguir al vuelo en la movilidad de esos rasgos? ¿Odio? ¿Éxtasis? ¿Inteligencia? ¿Idealismo? ¿Tristeza? ¿Alegría? Los cambios mercuriales de la expresión de Géminis son tan fascinantes de observar como las luces psicodélicas en una discoteca. Es difícil decir dónde termina la realidad y comienza la ilusión. Ambas se mezclan... y luego se separan.
Saber dónde hay que buscar estas versátiles criaturas requiere pensarlo un poco de antemano. Géminis puede estar en un lugar hoy y en otro mañana. Y súbitamente, vamos. Los Gemelos pueden cambiar de ropa, de trabajo, de amor o de residencia con la misma rapidez con que cambian de opinión... cosa que hacen muy deprisa. Si quieres encontrar un ejemplar bueno para estudiar tendrás que moverte mucho. Podrías intentar en una librería, donde los Géminis suelen andar husmeando, ya que con una rápida lectura de las paginas son capaces de captar lo esencial del contenido. (No fue casualidad que John F. Kennedy practicara la lectura rápida.) La gente de Mercurio tiene también el desagradable hábito de empezar a leer por la última página. Si conoces a algún Géminis que alguna vez haya leído un libro desde el comienzo hasta el final, sin aburrirse por la mitad, envíalo como curiosidad al circo, o estudia su carta natal para ver si tiene ascendente Tauro, Capricornio o uno de los signos mas persistentes. A Géminis le gusta leer un libro con movimiento de lanzadera, y la misma forma de acción prefiere también con otras cosas, aparte de la lectura.
Con toda seguridad te encontrarás con uno o dos Gemelos flotando por los pasillos y batiéndose en un duelo de ingenio con la gente, en estaciones de radio, empresas de relaciones públicas, editoriales, locales de exposición y venta de automóviles o agencias de publicidad, si es que puedes atrapar a alguno entre una reunión y otra. Y cuando encuentres a este personaje fluido como el mercurio, estúdialo cuidadosamente, aunque con sólo seguirlo de un lado a otro quedarás agotado. Lo primero que observarás es una energía nerviosa que cruje, chisporrotea y restalla en el aire en torno de él. Si tiene la Luna en Escorpio, Libra, Cáncer o Capricornio, es posible que no vibre con un chisporroteo tan evidente, pero las demás manifestaciones estarán latentes y percibirás su presencia por debajo de la influencia de las otras posiciones planetarias. A veces se encuentra uno con un Géminis que habla lentamente, pero la mayor parte de ellos lo hacen con extraordinaria rapidez. Todos son rápidos para escuchar.
Hombre o mujer, el nativo de Géminis se impacienta con los conservadores que se quedan estancados, o con la gente que es incapaz de decidir su posición en un momento dado. Géminis sabe cual es su posición, por el momento al menos.
A no ser que tenga un antecedente en conflicto, físicamente Géminis da sujetos delgados, ágiles y de altura superior a la media. Muchos de ellos tienen rasgos finos y nítidos, como si estuvieran tallados en un camafeo. Se encuentran algunos de ojos oscuros, sin duda, pero la mayor parte de los regidos por Mercurio tienen hermosos ojos castaños, azules, verdes o grises, claros como el cristal y que continuamente destellan y se mueven de un lado a otro. Géminis jamás deja descansar los ojos en el mismo objeto durante más de algunos segundos. De hecho, la rapidez con que mueve los ojos suele ser la manera más fácil de reconocerlo. Suele ser de cutis pálido, aunque generalmente se broncea fácilmente, y esto sirve para distinguirlos en verano. (En invierno es frecuente que estén quemados por el sol y el viento de las pistas de esquí.)
Géminis exhibe una cierta cualidad ansiosa, una inmediata y amistosa simpatía, y es de movimientos excepcionalmente rápidos, no exentos de gracia. Pueden ser de pelo claro u oscuro, o ambas cosas... veteados, digamos. Los Gemelos, ¿recuerdas? Es probable que tengan nariz larga y recta, o diminuta, y en todo caso, bien formada. Una calva incipiente es común entre los hombres (debido a la intensa actividad cerebral, tal vez), y es frecuente que ambos sexos presenten frente alta y despejada.
Generalmente, es un error tratar de inmovilizar a Géminis en un lugar o en una idea. Y lo es siempre desafiarle a una batalla de ingenio, ya que con la mayor facilidad se vale de la lengua para armar y desarmar situaciones. Piensa con rapidez cuando está de pie (o en cualquier posición); puede ser ácidamente satírico y es mas despierto que casi todo el mundo. Hay mercurianos que encuentran un perverso deleite en desconcertar a los espíritus más lentos con la vertiginosa rapidez de sus procesos mentales. ¿A quién le gustaría enzarzarse en una discusión con el Géminis Bob Hope?
A veces, uno tendrá la impresión de que las personas nacidas en junio aterrizan junto a uno, como pájaros curiosos, echan un vistazo inquieto a la escena y se van volando en dirección totalmente diferente antes de que se haya tenido tiempo de saludarles. Yo suelo encontrarme con un amigo Géminis en un bar, a comer un trozo de pastel de queso y charlar un rato.
Tiene entre treinta y cinco y cuarenta años, pero parece un estudiante universitario; típico de la apariencia intemporal de Géminis. Durante un rato conversamos agradablemente, interrumpiéndonos uno a otro y pasando ágilmente de uno a otro tema. En el momento en que yo busco en mi bolso la polvera o el bolígrafo, al levantar la vista... como si fuera el artista de las desapariciones en un número de magia, mi amigo Géminis se ha hecho humo, llevándose consigo la cuenta. (Los ejemplares menos evolucionados del género se aprovechan de esta agilidad para dejarle a uno que pague.) Cuando él opta por disolverse de esta manera, yo miro ansiosamente por el local y de pronto ahí lo veo... haciendo una llamada telefónica o saludándome alegremente con la mano mientras se escurre por la puerta rumbo a Dios sabe dónde.
El Géminis de quien hablaba se comprometió hace poco con una encantadora muchacha Acuario (si alguien puede seguirle el Juego a un escurridizo Géminis, ese alguien es Acuario), y una semana antes de la boda, uno habría apostado cualquier cosa a que de alguna manera conseguiría zafarse del nudo, a que no llegaría a tiempo a la iglesia. Pero llegó. Los Géminis le pueden dar a uno grandes sorpresas, sobre todo cuando están enamorados.
Una de mis Géminis favoritas es una mujer de Mercurio que –típicamente– tiene un servicio de tele–radio llamada en Nueva York. Hasta hubo una obra de teatro basada en su vida. Debido tal vez a las veinte horas diarias que se pasaba pegada al teléfono, no tiene en sus pies la misma agilidad que tenía cuando trabajaba como corista en Broadway. Claro que no se puede decir que sea ágil alguien que rara vez puede apartarse del conmutador, pero así y todo da la impresión de andar volando, aunque esté inmóvil. Como la mayoría de las mujeres Géminis, es bonita de rostro y sumamente interesante; cada uno de sus rasgos denota inteligencia, y sus manos, móviles como el mercurio, parecen pájaros que aletearan en el aire. Mi amiga se vale de mas encanto e ingenio de lo que hay derecho a tener para resolver alegremente los problemas de todo el mundo en menos tiempo del que lleva guiñar uno de sus límpidos ojos azules. Yo la he visto encontrar una baby–sitter y dos hamsters para un cliente, hacer la lista del supermercado, extender treinta y dos cheques (una de sus ocupaciones favoritas), telefonear a un productor de Broadway que estaba paseándose en su yate por el Caribe, enviar nueve telegramas, doblar la ropa traída de la lavandería, programar la semana de trabajo para sus telefonistas, encontrar la corbata azul de su marido, anotarle la dirección de la tienda donde podía encontrar los peces tropicales que quería su hijo, tomar cuatro fotos Polaroid del perro, recibir y comprobar las cuentas del mes (es cierto que después las archivó distraídamente en el cesto de los papeles), ayudar a una oficina de repartos a encontrar una actriz que hablara seis idiomas y despertar por teléfono a doce clientes; todo eso en el término de poco mas de una hora y sin levantarse de su sillón giratorio. A ver quien es capaz de hacer más.
El secreto está en la naturaleza dual de los Géminis. Son capaces de hacer dos cosas a la vez con menos esfuerzo del que necesitamos la mayoría de nosotros para hacer una sola. Es común que las mercurianas estén planchando, dándole de comer al bebé y hablando por teléfono, todo al mismo tiempo. Hasta hay quien jura que todos los de Géminis nacen con un teléfono en cada mano.
Cualquier tipo de rutina puede hacer que un Géminis típico se sienta como un pájaro triste, enjaulado y con las alas cortadas. Son gente que no aguanta los trabajos penosos y monótonos. Por lo común, no son las almas mas puntuales que hay en el mundo (a no ser que casualmente tengan ascendente Virgo, porque entonces son verdaderos despertadores humanos). El Géminis típico, sin embargo, llega siempre tarde, no porque se olvidó de la hora sino porque por el camino se encontró con algo que le llamaba la atención y se desvió. La inquietud de la naturaleza mercuriana exige una excitación y un cambio constantes para no desalentarse ni ponerse de mal humor.
Quien tenga un amigo Géminis habrá experimentado ya probablemente uno de sus rasgos típicos, que puede ser terriblemente molesto. Digamos, lector, que te sugiera alguna actividad, que puede ser darte una vuelta por su apartamento (rara vez tendrá una casa, que es algo demasiado permanente para él), ir a ver una vieja película de Humphrey Bogart que ponen junto con un western excelente (programa doble, claro; con él nada es simple), ir a jugar un rato al minigolf o tomar unas copas en algún bar. Tú estás cansado y te ibas para tu casa. De todas maneras se lo agradeces, pero prefieres no ir. Géminis lo discute contigo y te convence. Abriendo muy grandes sus ojos azules (o verdes o castaños) de bebé, te envuelve en un capullo de fascinación. Habla tan rápido y con una sonrisa tan persuasiva que, finalmente, tú cedes. Irás. Ahora resulta que Géminis tiene un par de diligencias que hacer, de manera que dice que os encontrareis en la esquina dentro de una hora, más o menos. Eso tú no te lo esperabas, de manera que empiezas a echarte atrás, pero él insiste con su técnica y finalmente quedas de acuerdo en encontraros. Realmente, es un opio tener que matar esa hora, sin contar que a ti te duelen los pies, pero te las arreglas y a la hora convenida te dejas caer por la esquina. Él llega media hora atrasado y un poco sin aliento.
¿Sabes qué? Pues cambió de opinión. Realmente, ya no da más. Ha decidido dar el día por terminado, meterse en la cama y dejar todo lo demás para mañana por la noche. A ti te da lo mismo, ¿no es cierto? Llegados a ese punto, sólo un Géminis es capaz de evitar un directo a la mandíbula, y él lo evita. Tú le perdonas, y lo mas ridículo de todo es que te encuentras con él a la noche siguiente, como si fuera lo mas 1ógico del mundo. Eres tú el único culpable por sucumbir al irresistible fervor vendedor de Géminis. Si a la noche siguiente te vuelve a dejar en la estacada, pues ya te lo debías haber visto venir. Te lo tienes merecido por dejar que te engatuse.
En todos los nacidos en junio hay una necesidad profundamente arraigada de disfrazar sus verdaderos motivos. Como los Piscis, sienten la compulsión de conducirse de manera exactamente opuesta a sus verdaderos deseos. Pero esta pasmosa versatilidad de Géminis, unida a su facilidad de palabra, hace de ellos estupendos políticos, por no decir que son expertos en el campo de las relaciones humanas. Géminis sabe cómo apartar a cualquiera de sus más firmes convicciones. Con su karate mental, puede convertirle a uno en un nudo como esos bizcochos que llaman pretzel, conseguir que la víctima esté de acuerdo con él y que, además, esté encantada con lo que le hacen. Y si se presenta alguna complicación, Géminis sabe instintivamente cuales son los puntos débiles de cada cual y es capaz de valerse de la rapidez de su mente y de su lengua despiadada para aprovecharse de ellos.
Pasa algo raro con Géminis y el arte de escribir. Géminis es el signo solar que rige esta actividad y, por ende, prácticamente todos los nacidos bajo la influencia de Mercurio son capaces de decir una frase ingeniosa y de hilvanar con inteligencia las palabras. Los Géminis que escriben, ya sea discursos, anuncios, obras de teatro o libros, se cuentan por momentos. Pero los libros serán novelas, libros de texto, ensayos o biografías. Es muy raro encontrar a Géminis escribiendo la historia de su vida. Y rarísimo tropezar con uno a quien le guste escribir cartas personales. Al nativo típico le molesta en gran manera contestar correspondencia, y puede demorarse semanas enteras.
Es posible que al principio parezca contradictorio, pero la cuestión se aclara cuando uno recuerda la renuencia de los mercurianos a verse encasillados en una opinión. No se deciden a poner sus pensamientos sobre el papel porque instintivamente saben que es posible que su opinión de hoy no sea la de mañana, y no quieren comprometerse por escrito. No son muchos los Gemelos que necesitan que su abogado les advierta: <>. Ellos ya nacieron con ese mecanismo de defensa. Es sorprendente el número de escritores Géminis que prefieren usar seudónimo, e incluso un Géminis del montón terminará por encontrar alguna razón para adoptar un alias, ya sea un cambio completo, alguna modificación en el nombre, o por lo menos un mote. La regla es tan constante que se puede apostar con todos los Géminis que uno conozca seguro de que ha de ganar.
Casi todos los Géminis entienden o leen más de una lengua, y la favorita es el francés. De una manera o de otra, Géminis triunfará con las palabras. Afiló sus dientes mordiendo un diccionario enciclopédico. Es capaz de venderle cubos de hielo a un esquimal, o sueños a un pesimista. Y si llegas a atraparlo en algún fallo, lector, el mercuriano es capaz de cambiar con tal rapidez de tema, y es tan diestro para apartar de sí los reflectores, que el que terminará puesto de espaldas sobre la alfombra serás tú y no él. A veces, la tendencia de Géminis a embaucar a la gente puede llevarle a la deshonestidad y a actividades criminales, pero no con tanta frecuencia como te lo habrán hecho creer. Aunque sus talentos puedan arrastrar a algún que otro mercuriano a vivir en una telaraña de mentiras y engaños, la mayor parte de ellos son demasiado idealistas para llevar una vida de ese tipo. Así y todo, hay que admitir que Mercurio los hace especialmente dotados para el éxito en este campo, y que si les da por ahí pueden ser brillantes artistas de la estafa. Con su destreza manual, si deciden vaciar un bolsillo, falsificar un cheque o imprimir un billete de diez dó1ares, por lo menos lo hacen con sumo cuidado y es raro que los atrapen.
Si te encuentras con un locuaz vendedor de coches usados que nació en junio, y que te asegura que el Studebaker azul no tuvo mas que un solo propietario –una ancianita que solamente lo usaba para ir a la iglesia los domingos por la mañana– lo prudente será que preguntes por el nombre de la iglesia y vayas a hablar con la ancianita (a menos que ella también sea Géminis). Pero, dejando de lado la broma, salvo que las influencias y posiciones planetarias de la carta natal sean marcadas, la mayoría de los Géminis son honrados, y algunos de ellos hasta la exageración. Aparentemente, se van de un extremo al otro.
Sin embargo, todos, desde el ladronzuelo al estafador y al ciudadano impecable, serán incapaces de resistirse a darle una ligera mano de barniz a un relato, de vez en cuando. Claro que eso no es mentir; simplemente es imaginación.
Como promotores, todos los mercurios son absolutamente soberbios. Nadie los iguala, ni siquiera Aries. Es posible que en nada de lo que promueven haya gato encerrado, pero es poca la gente con la fortaleza suficiente para defenderse de la combinación de encanto y de inteligencia con que les envuelve Géminis, y eso ya equivale a jugar con ventaja. Y cuando un Géminis respalda un proyecto digno, y se pone a vender algo que la humanidad necesita y desea profundamente, los ángeles le sonríen, y podemos agradecer a los que han nacido bajo este signo solar muchos logros grandes y perdurables que han sido beneficiosos para todos. Todos los de Mercurio son vendedores de corazón, incluso los que se convierten en sacerdotes jesuitas o misioneros protestantes. Vamos a demostrarlo con dos ejemplos totalmente divergentes. John F. Kennedy, que era Géminis, le vendió al mundo entero un ideal resplandeciente, y Michael Todd, que también era Géminis, le vendió algunos sueños a Broadway. Cada uno a su manera, era hijo de Mercurio. Y hay que añadir que tanto el mundo como Broadway están muy atiborrados, y no es fácil venderles más.
Los Géminis necesitan el doble de sueño que cualquier otro mortal, para compensar la actividad de su cerebro. Lamentablemente, son tan susceptibles al insomnio que rara vez duermen lo suficiente. Sin embargo, es muy necesario que se esfuercen por descansar, descansar y descansar, para reparar esos nervios que parecen cables pelados y renovar las hiperactivas células cerebrales, porque en ellos el agotamiento nervioso es una amenaza constante. También necesitan toneladas de aire fresco y no contaminado, y todo el sol que puedan tomar, para no acabar en algún hospital. La falta de cualquiera de estas cosas, sumada a la supresión de la actividad, puede hacer que Géminis sea susceptible de sufrir accidentes que afecten a los hombros, brazos, manos y dedos. También los pulmones pueden ser débiles, lo mismo que los intestinos. Los problemas que afectan a los pies, la espalda, la eliminación, así como la artritis, el reumatismo y las jaquecas, son siempre posibles entre los mercurianos que descuidan su salud. Lo raro es que Géminis es más propenso a colapsos emocionales provocados por el aburrimiento y el encierro que por exceso de actividad.
En lo profundo de su naturaleza indagadora e impaciente, Géminis busca un ideal, y su principal problema consiste en saber cual es. Podría ser cualquier cosa, ya que su imaginación no conoce límites. Dinero, fama, riquezas, amor, triunfo profesional..., nada es suficiente. Mercurio siempre atrae a Géminis más y más alto, y más y más adelante, con la seductora promesa de algo siempre un poco mejor. La hierba del otro lado del camino siempre parece más verde. El cielo es más azul sobre otros océanos. Las estrellas brillan más en otras latitudes.
¿Qué es lo que busca? Tal vez algún oculto continente, aun sin descubrir, dentro de sí mismo. Géminis es el explorador de la mente.
Sus ojos son agudos y sus talentos múltiples. Su humor es brillante, y tiene tacto, diplomacia y destreza, pero le falta paciencia y constancia. Está demasiado dispuesto a deshacerse de algo viejo y precioso por algo nuevo y sin probar, y después vive lamentando lo que hizo. A pesar de que es mucha la gente que le rodea, sus emociones mas profundas las comparte únicamente con su único compañero constante: el gemelo que lleva dentro de sí. El aire es su elemento y su hogar. Géminis es ajeno a la tierra.
El encanto de Géminis puede inducir a un pájaro a descender del árbol para aprender de él cinco canciones nuevas. Pero la mercurial inquietud de su mente puede hacer que fácilmente pase por alto el pájaro azul de la felicidad, que año tras año espera ansiosamente en su propio huerto. Prefiere los colores claros, amarillos, verdes y azules, plata y gris, y sus estados de ánimo son un reflejo de la destellante aguamarina, su piedra.
Leve de tacto, encuentra un eco en la delicada fragancia del lirio del valle, y ha inhalado la fresca promesa de los más verdes helechos en lo más profundo de la selva. Pero el frío mental de Mercurio divide a Géminis con deseos gemelos... hasta que se detiene, y espera, y escucha los latidos de su propio corazón.
Hace falta que corras todo lo que puedas para seguir en el mismo lugar.
Si quieres ir a alguna parte, ¡tendrás que correr con doble rapidez!
Como reconocer a Géminis
No quiero que sigas apareciendo y desapareciendo tan súbitamente.
¡Si le das a una vértigos! Y esa vez desapareció muy lentamente,
empezando por la punta de la cola y terminando por la sonrisa,
que se mantuvo ahí durante un tiempo después que todo lo demás.
Si alguna vez un Géminis te hace pensar, lector, que estás viendo doble, no te pongas otras gafas. Recuerda simplemente que Géminis es el signo de los Gemelos, y que en su personalidad cambiante hay dos lados bien distintos. Ahora lo ves, dentro de un momento no. ¿Era amor lo que te pareció distinguir al vuelo en la movilidad de esos rasgos? ¿Odio? ¿Éxtasis? ¿Inteligencia? ¿Idealismo? ¿Tristeza? ¿Alegría? Los cambios mercuriales de la expresión de Géminis son tan fascinantes de observar como las luces psicodélicas en una discoteca. Es difícil decir dónde termina la realidad y comienza la ilusión. Ambas se mezclan... y luego se separan.
Saber dónde hay que buscar estas versátiles criaturas requiere pensarlo un poco de antemano. Géminis puede estar en un lugar hoy y en otro mañana. Y súbitamente, vamos. Los Gemelos pueden cambiar de ropa, de trabajo, de amor o de residencia con la misma rapidez con que cambian de opinión... cosa que hacen muy deprisa. Si quieres encontrar un ejemplar bueno para estudiar tendrás que moverte mucho. Podrías intentar en una librería, donde los Géminis suelen andar husmeando, ya que con una rápida lectura de las paginas son capaces de captar lo esencial del contenido. (No fue casualidad que John F. Kennedy practicara la lectura rápida.) La gente de Mercurio tiene también el desagradable hábito de empezar a leer por la última página. Si conoces a algún Géminis que alguna vez haya leído un libro desde el comienzo hasta el final, sin aburrirse por la mitad, envíalo como curiosidad al circo, o estudia su carta natal para ver si tiene ascendente Tauro, Capricornio o uno de los signos mas persistentes. A Géminis le gusta leer un libro con movimiento de lanzadera, y la misma forma de acción prefiere también con otras cosas, aparte de la lectura.
Con toda seguridad te encontrarás con uno o dos Gemelos flotando por los pasillos y batiéndose en un duelo de ingenio con la gente, en estaciones de radio, empresas de relaciones públicas, editoriales, locales de exposición y venta de automóviles o agencias de publicidad, si es que puedes atrapar a alguno entre una reunión y otra. Y cuando encuentres a este personaje fluido como el mercurio, estúdialo cuidadosamente, aunque con sólo seguirlo de un lado a otro quedarás agotado. Lo primero que observarás es una energía nerviosa que cruje, chisporrotea y restalla en el aire en torno de él. Si tiene la Luna en Escorpio, Libra, Cáncer o Capricornio, es posible que no vibre con un chisporroteo tan evidente, pero las demás manifestaciones estarán latentes y percibirás su presencia por debajo de la influencia de las otras posiciones planetarias. A veces se encuentra uno con un Géminis que habla lentamente, pero la mayor parte de ellos lo hacen con extraordinaria rapidez. Todos son rápidos para escuchar.
Hombre o mujer, el nativo de Géminis se impacienta con los conservadores que se quedan estancados, o con la gente que es incapaz de decidir su posición en un momento dado. Géminis sabe cual es su posición, por el momento al menos.
A no ser que tenga un antecedente en conflicto, físicamente Géminis da sujetos delgados, ágiles y de altura superior a la media. Muchos de ellos tienen rasgos finos y nítidos, como si estuvieran tallados en un camafeo. Se encuentran algunos de ojos oscuros, sin duda, pero la mayor parte de los regidos por Mercurio tienen hermosos ojos castaños, azules, verdes o grises, claros como el cristal y que continuamente destellan y se mueven de un lado a otro. Géminis jamás deja descansar los ojos en el mismo objeto durante más de algunos segundos. De hecho, la rapidez con que mueve los ojos suele ser la manera más fácil de reconocerlo. Suele ser de cutis pálido, aunque generalmente se broncea fácilmente, y esto sirve para distinguirlos en verano. (En invierno es frecuente que estén quemados por el sol y el viento de las pistas de esquí.)
Géminis exhibe una cierta cualidad ansiosa, una inmediata y amistosa simpatía, y es de movimientos excepcionalmente rápidos, no exentos de gracia. Pueden ser de pelo claro u oscuro, o ambas cosas... veteados, digamos. Los Gemelos, ¿recuerdas? Es probable que tengan nariz larga y recta, o diminuta, y en todo caso, bien formada. Una calva incipiente es común entre los hombres (debido a la intensa actividad cerebral, tal vez), y es frecuente que ambos sexos presenten frente alta y despejada.
Generalmente, es un error tratar de inmovilizar a Géminis en un lugar o en una idea. Y lo es siempre desafiarle a una batalla de ingenio, ya que con la mayor facilidad se vale de la lengua para armar y desarmar situaciones. Piensa con rapidez cuando está de pie (o en cualquier posición); puede ser ácidamente satírico y es mas despierto que casi todo el mundo. Hay mercurianos que encuentran un perverso deleite en desconcertar a los espíritus más lentos con la vertiginosa rapidez de sus procesos mentales. ¿A quién le gustaría enzarzarse en una discusión con el Géminis Bob Hope?
A veces, uno tendrá la impresión de que las personas nacidas en junio aterrizan junto a uno, como pájaros curiosos, echan un vistazo inquieto a la escena y se van volando en dirección totalmente diferente antes de que se haya tenido tiempo de saludarles. Yo suelo encontrarme con un amigo Géminis en un bar, a comer un trozo de pastel de queso y charlar un rato.
Tiene entre treinta y cinco y cuarenta años, pero parece un estudiante universitario; típico de la apariencia intemporal de Géminis. Durante un rato conversamos agradablemente, interrumpiéndonos uno a otro y pasando ágilmente de uno a otro tema. En el momento en que yo busco en mi bolso la polvera o el bolígrafo, al levantar la vista... como si fuera el artista de las desapariciones en un número de magia, mi amigo Géminis se ha hecho humo, llevándose consigo la cuenta. (Los ejemplares menos evolucionados del género se aprovechan de esta agilidad para dejarle a uno que pague.) Cuando él opta por disolverse de esta manera, yo miro ansiosamente por el local y de pronto ahí lo veo... haciendo una llamada telefónica o saludándome alegremente con la mano mientras se escurre por la puerta rumbo a Dios sabe dónde.
El Géminis de quien hablaba se comprometió hace poco con una encantadora muchacha Acuario (si alguien puede seguirle el Juego a un escurridizo Géminis, ese alguien es Acuario), y una semana antes de la boda, uno habría apostado cualquier cosa a que de alguna manera conseguiría zafarse del nudo, a que no llegaría a tiempo a la iglesia. Pero llegó. Los Géminis le pueden dar a uno grandes sorpresas, sobre todo cuando están enamorados.
Una de mis Géminis favoritas es una mujer de Mercurio que –típicamente– tiene un servicio de tele–radio llamada en Nueva York. Hasta hubo una obra de teatro basada en su vida. Debido tal vez a las veinte horas diarias que se pasaba pegada al teléfono, no tiene en sus pies la misma agilidad que tenía cuando trabajaba como corista en Broadway. Claro que no se puede decir que sea ágil alguien que rara vez puede apartarse del conmutador, pero así y todo da la impresión de andar volando, aunque esté inmóvil. Como la mayoría de las mujeres Géminis, es bonita de rostro y sumamente interesante; cada uno de sus rasgos denota inteligencia, y sus manos, móviles como el mercurio, parecen pájaros que aletearan en el aire. Mi amiga se vale de mas encanto e ingenio de lo que hay derecho a tener para resolver alegremente los problemas de todo el mundo en menos tiempo del que lleva guiñar uno de sus límpidos ojos azules. Yo la he visto encontrar una baby–sitter y dos hamsters para un cliente, hacer la lista del supermercado, extender treinta y dos cheques (una de sus ocupaciones favoritas), telefonear a un productor de Broadway que estaba paseándose en su yate por el Caribe, enviar nueve telegramas, doblar la ropa traída de la lavandería, programar la semana de trabajo para sus telefonistas, encontrar la corbata azul de su marido, anotarle la dirección de la tienda donde podía encontrar los peces tropicales que quería su hijo, tomar cuatro fotos Polaroid del perro, recibir y comprobar las cuentas del mes (es cierto que después las archivó distraídamente en el cesto de los papeles), ayudar a una oficina de repartos a encontrar una actriz que hablara seis idiomas y despertar por teléfono a doce clientes; todo eso en el término de poco mas de una hora y sin levantarse de su sillón giratorio. A ver quien es capaz de hacer más.
El secreto está en la naturaleza dual de los Géminis. Son capaces de hacer dos cosas a la vez con menos esfuerzo del que necesitamos la mayoría de nosotros para hacer una sola. Es común que las mercurianas estén planchando, dándole de comer al bebé y hablando por teléfono, todo al mismo tiempo. Hasta hay quien jura que todos los de Géminis nacen con un teléfono en cada mano.
Cualquier tipo de rutina puede hacer que un Géminis típico se sienta como un pájaro triste, enjaulado y con las alas cortadas. Son gente que no aguanta los trabajos penosos y monótonos. Por lo común, no son las almas mas puntuales que hay en el mundo (a no ser que casualmente tengan ascendente Virgo, porque entonces son verdaderos despertadores humanos). El Géminis típico, sin embargo, llega siempre tarde, no porque se olvidó de la hora sino porque por el camino se encontró con algo que le llamaba la atención y se desvió. La inquietud de la naturaleza mercuriana exige una excitación y un cambio constantes para no desalentarse ni ponerse de mal humor.
Quien tenga un amigo Géminis habrá experimentado ya probablemente uno de sus rasgos típicos, que puede ser terriblemente molesto. Digamos, lector, que te sugiera alguna actividad, que puede ser darte una vuelta por su apartamento (rara vez tendrá una casa, que es algo demasiado permanente para él), ir a ver una vieja película de Humphrey Bogart que ponen junto con un western excelente (programa doble, claro; con él nada es simple), ir a jugar un rato al minigolf o tomar unas copas en algún bar. Tú estás cansado y te ibas para tu casa. De todas maneras se lo agradeces, pero prefieres no ir. Géminis lo discute contigo y te convence. Abriendo muy grandes sus ojos azules (o verdes o castaños) de bebé, te envuelve en un capullo de fascinación. Habla tan rápido y con una sonrisa tan persuasiva que, finalmente, tú cedes. Irás. Ahora resulta que Géminis tiene un par de diligencias que hacer, de manera que dice que os encontrareis en la esquina dentro de una hora, más o menos. Eso tú no te lo esperabas, de manera que empiezas a echarte atrás, pero él insiste con su técnica y finalmente quedas de acuerdo en encontraros. Realmente, es un opio tener que matar esa hora, sin contar que a ti te duelen los pies, pero te las arreglas y a la hora convenida te dejas caer por la esquina. Él llega media hora atrasado y un poco sin aliento.
¿Sabes qué? Pues cambió de opinión. Realmente, ya no da más. Ha decidido dar el día por terminado, meterse en la cama y dejar todo lo demás para mañana por la noche. A ti te da lo mismo, ¿no es cierto? Llegados a ese punto, sólo un Géminis es capaz de evitar un directo a la mandíbula, y él lo evita. Tú le perdonas, y lo mas ridículo de todo es que te encuentras con él a la noche siguiente, como si fuera lo mas 1ógico del mundo. Eres tú el único culpable por sucumbir al irresistible fervor vendedor de Géminis. Si a la noche siguiente te vuelve a dejar en la estacada, pues ya te lo debías haber visto venir. Te lo tienes merecido por dejar que te engatuse.
En todos los nacidos en junio hay una necesidad profundamente arraigada de disfrazar sus verdaderos motivos. Como los Piscis, sienten la compulsión de conducirse de manera exactamente opuesta a sus verdaderos deseos. Pero esta pasmosa versatilidad de Géminis, unida a su facilidad de palabra, hace de ellos estupendos políticos, por no decir que son expertos en el campo de las relaciones humanas. Géminis sabe cómo apartar a cualquiera de sus más firmes convicciones. Con su karate mental, puede convertirle a uno en un nudo como esos bizcochos que llaman pretzel, conseguir que la víctima esté de acuerdo con él y que, además, esté encantada con lo que le hacen. Y si se presenta alguna complicación, Géminis sabe instintivamente cuales son los puntos débiles de cada cual y es capaz de valerse de la rapidez de su mente y de su lengua despiadada para aprovecharse de ellos.
Pasa algo raro con Géminis y el arte de escribir. Géminis es el signo solar que rige esta actividad y, por ende, prácticamente todos los nacidos bajo la influencia de Mercurio son capaces de decir una frase ingeniosa y de hilvanar con inteligencia las palabras. Los Géminis que escriben, ya sea discursos, anuncios, obras de teatro o libros, se cuentan por momentos. Pero los libros serán novelas, libros de texto, ensayos o biografías. Es muy raro encontrar a Géminis escribiendo la historia de su vida. Y rarísimo tropezar con uno a quien le guste escribir cartas personales. Al nativo típico le molesta en gran manera contestar correspondencia, y puede demorarse semanas enteras.
Es posible que al principio parezca contradictorio, pero la cuestión se aclara cuando uno recuerda la renuencia de los mercurianos a verse encasillados en una opinión. No se deciden a poner sus pensamientos sobre el papel porque instintivamente saben que es posible que su opinión de hoy no sea la de mañana, y no quieren comprometerse por escrito. No son muchos los Gemelos que necesitan que su abogado les advierta: <
Casi todos los Géminis entienden o leen más de una lengua, y la favorita es el francés. De una manera o de otra, Géminis triunfará con las palabras. Afiló sus dientes mordiendo un diccionario enciclopédico. Es capaz de venderle cubos de hielo a un esquimal, o sueños a un pesimista. Y si llegas a atraparlo en algún fallo, lector, el mercuriano es capaz de cambiar con tal rapidez de tema, y es tan diestro para apartar de sí los reflectores, que el que terminará puesto de espaldas sobre la alfombra serás tú y no él. A veces, la tendencia de Géminis a embaucar a la gente puede llevarle a la deshonestidad y a actividades criminales, pero no con tanta frecuencia como te lo habrán hecho creer. Aunque sus talentos puedan arrastrar a algún que otro mercuriano a vivir en una telaraña de mentiras y engaños, la mayor parte de ellos son demasiado idealistas para llevar una vida de ese tipo. Así y todo, hay que admitir que Mercurio los hace especialmente dotados para el éxito en este campo, y que si les da por ahí pueden ser brillantes artistas de la estafa. Con su destreza manual, si deciden vaciar un bolsillo, falsificar un cheque o imprimir un billete de diez dó1ares, por lo menos lo hacen con sumo cuidado y es raro que los atrapen.
Si te encuentras con un locuaz vendedor de coches usados que nació en junio, y que te asegura que el Studebaker azul no tuvo mas que un solo propietario –una ancianita que solamente lo usaba para ir a la iglesia los domingos por la mañana– lo prudente será que preguntes por el nombre de la iglesia y vayas a hablar con la ancianita (a menos que ella también sea Géminis). Pero, dejando de lado la broma, salvo que las influencias y posiciones planetarias de la carta natal sean marcadas, la mayoría de los Géminis son honrados, y algunos de ellos hasta la exageración. Aparentemente, se van de un extremo al otro.
Sin embargo, todos, desde el ladronzuelo al estafador y al ciudadano impecable, serán incapaces de resistirse a darle una ligera mano de barniz a un relato, de vez en cuando. Claro que eso no es mentir; simplemente es imaginación.
Como promotores, todos los mercurios son absolutamente soberbios. Nadie los iguala, ni siquiera Aries. Es posible que en nada de lo que promueven haya gato encerrado, pero es poca la gente con la fortaleza suficiente para defenderse de la combinación de encanto y de inteligencia con que les envuelve Géminis, y eso ya equivale a jugar con ventaja. Y cuando un Géminis respalda un proyecto digno, y se pone a vender algo que la humanidad necesita y desea profundamente, los ángeles le sonríen, y podemos agradecer a los que han nacido bajo este signo solar muchos logros grandes y perdurables que han sido beneficiosos para todos. Todos los de Mercurio son vendedores de corazón, incluso los que se convierten en sacerdotes jesuitas o misioneros protestantes. Vamos a demostrarlo con dos ejemplos totalmente divergentes. John F. Kennedy, que era Géminis, le vendió al mundo entero un ideal resplandeciente, y Michael Todd, que también era Géminis, le vendió algunos sueños a Broadway. Cada uno a su manera, era hijo de Mercurio. Y hay que añadir que tanto el mundo como Broadway están muy atiborrados, y no es fácil venderles más.
Los Géminis necesitan el doble de sueño que cualquier otro mortal, para compensar la actividad de su cerebro. Lamentablemente, son tan susceptibles al insomnio que rara vez duermen lo suficiente. Sin embargo, es muy necesario que se esfuercen por descansar, descansar y descansar, para reparar esos nervios que parecen cables pelados y renovar las hiperactivas células cerebrales, porque en ellos el agotamiento nervioso es una amenaza constante. También necesitan toneladas de aire fresco y no contaminado, y todo el sol que puedan tomar, para no acabar en algún hospital. La falta de cualquiera de estas cosas, sumada a la supresión de la actividad, puede hacer que Géminis sea susceptible de sufrir accidentes que afecten a los hombros, brazos, manos y dedos. También los pulmones pueden ser débiles, lo mismo que los intestinos. Los problemas que afectan a los pies, la espalda, la eliminación, así como la artritis, el reumatismo y las jaquecas, son siempre posibles entre los mercurianos que descuidan su salud. Lo raro es que Géminis es más propenso a colapsos emocionales provocados por el aburrimiento y el encierro que por exceso de actividad.
En lo profundo de su naturaleza indagadora e impaciente, Géminis busca un ideal, y su principal problema consiste en saber cual es. Podría ser cualquier cosa, ya que su imaginación no conoce límites. Dinero, fama, riquezas, amor, triunfo profesional..., nada es suficiente. Mercurio siempre atrae a Géminis más y más alto, y más y más adelante, con la seductora promesa de algo siempre un poco mejor. La hierba del otro lado del camino siempre parece más verde. El cielo es más azul sobre otros océanos. Las estrellas brillan más en otras latitudes.
¿Qué es lo que busca? Tal vez algún oculto continente, aun sin descubrir, dentro de sí mismo. Géminis es el explorador de la mente.
Sus ojos son agudos y sus talentos múltiples. Su humor es brillante, y tiene tacto, diplomacia y destreza, pero le falta paciencia y constancia. Está demasiado dispuesto a deshacerse de algo viejo y precioso por algo nuevo y sin probar, y después vive lamentando lo que hizo. A pesar de que es mucha la gente que le rodea, sus emociones mas profundas las comparte únicamente con su único compañero constante: el gemelo que lleva dentro de sí. El aire es su elemento y su hogar. Géminis es ajeno a la tierra.
El encanto de Géminis puede inducir a un pájaro a descender del árbol para aprender de él cinco canciones nuevas. Pero la mercurial inquietud de su mente puede hacer que fácilmente pase por alto el pájaro azul de la felicidad, que año tras año espera ansiosamente en su propio huerto. Prefiere los colores claros, amarillos, verdes y azules, plata y gris, y sus estados de ánimo son un reflejo de la destellante aguamarina, su piedra.
Leve de tacto, encuentra un eco en la delicada fragancia del lirio del valle, y ha inhalado la fresca promesa de los más verdes helechos en lo más profundo de la selva. Pero el frío mental de Mercurio divide a Géminis con deseos gemelos... hasta que se detiene, y espera, y escucha los latidos de su propio corazón.